William Q. Judge fue uno de los fundadores originales del Movimiento Teosófico y de la Sociedad Teosófica, pues fue él quien, en una primera reunión de organización, abrió la sesión proponiendo al Coronel Olcott como Presidente permanente. En seguida, H. P. Blavatsky, en su primera carta a los teósofos americanos, lo definió como “Hermano y Co-Fundador de la Sociedad Teosófica.” Él desempeñó el cargo de Vice Presidente de la Sociedad y fungió también como Secretario General de la Sección Americana, manteniendo estas dos funciones hasta 1895, cuando la Sección Americana se volvió autónoma, asumiendo el nombre de “Sociedad Teosófica en América,” cuyo Presidente permanente era Judge.
Aunque Judge era un incansable organizador de talento, su posición oficial significa muy poco en comparación con sus logros como trabajador por la teosofía y escritor teosófico. Desde su primer encuentro con H.P.B., él fue su amigo, discípulo, colega y fiel defensor, y ella dijo que Judge había sido “parte de sí por largos períodos de tiempo.” H.P.B., hablando de la Sociedad, llamó a Judge “el corazón y alma de aquel conjunto en América,” declarando que, si él dimitiera, “H.P.B. estaría prácticamente muerta para los americanos.”
Estos testimonios del papel oculto de Judge, junto a su habilidad e integridad, son tan importantes como la prueba tangible de sus servicios en favor del Movimiento en lo que escribió para el “Path,” que fundó en 1886, y para otras revistas teosóficas. Él demostró un verdadero genio expresando el profundo pensamiento de los libros de Madame Blavatsky en simples y comprensibles palabras, apelando profundamente tanto al corazón como a la mente.
Como todos los verdaderos maestros, era modesto, ocultando a menudo su identidad como contribuyente, recurriendo al menos a una docena de pseudónimos.
Como editor, escribió también artículos sin firmarlos, aunque es usualmente posible identificar su trabajo por la cualidad y profundidad de sentido. Sin embargo, parece probable que algunos de los artículos normalmente atribuidos a él, fueran ensayos ajenos que elaboró primero antes de publicarlos, de manera que la “autoridad” resulta ser técnicamente discutible, sin embargo, el criterio adoptado aquí, es la calidad esencial del contenido. Como el señor Judge dice en “La Doctrina del Estudiante Persa,” la reputada autoridad de las obras de la enseñanza sin tiempo “es simplemente un nombre.”
Como se hizo con la serie de publicaciones que H.P.B. escribió para las revistas, hemos agrupado los artículos del señor Judge bajo títulos generales. Se han reproducido exactamente como aparecieron en la publicación original, a excepción de algunos cambios menores en la puntuación, la corrección de obvios errores de imprenta y algunas modificaciones insignificantes en el estilo tipográfico.
El lector comprenderá que el señor Judge entiende y escribe para la persona común que investiga, la cual ha oído algo sobre la Teosofía y quiere saber más al respecto. Su propia obra inspira al lector la confianza de que él puede comprender esta filosofía, ya que no expresa las ideas de manera obscura o erudita, sino que recurre a una apacible elocuencia que envuelve a la razón con el sentido común, aunque a veces se eleve a alturas de inspiración fortificante.
El señor Judge, era un hombre que a menudo parecía ocultar su luz, sin embargo, brilla de manera muy vívida para los que lo buscan, estudian sus palabras e intentan seguir el Sendero que él conocía, a lo largo del cual procedió permaneciendo a fin de mostrar la senda a otros.
Es oportuno añadir aquí un segmento de lo que Robert Crosbie dijo del señor Judge despuês que murió en 1896. Crosbie lo conocía bien, trabajó con él en el Movimiento, por tanto en Mayo de 1896, contribuyó al “Theosophy,” (la revista que antes se llamaba “Path”), un breve relato del papel que Judge desempeñó en su vida.
El señor Crosbie, titulando su artículo “Un Amigo de Tiempo Antiguo y del Futuro,” escribe: Tal me aparece William Q. Judge, como indudablemente se le presenta a muchas otras personas en este y otros países. El primer trabajo teosófico que leí fue su “Epítome de la Teosofía,” mi primer encuentro con él, cambió todo el curso de mi vida. Confié en él entonces, como confio ahora en él y en todos en los que él confiaba, para mí, la “confianza” parece ser el vínculo que ata, produciendo la fuerza del Movimiento, ya que pertenece al corazón. A esta confianza que él emanaba, no se le permitió que permaneciera como confianza ciega, en cuanto, al transcurrir del tiempo y cuando la energía, la firmeza y la devoción del estudiante se hacía más evidente, el “verdadero W.Q.J.” se revelaba siempre más, hasta que el poder que radiaba a través de él, se convertía en cada persona en una ayuda siempre presente en el trabajo.
El señor Crosbie, seguía hablando de la habilidad de Judge “en transmutar los males aparentes en poderes positivos” y su extraordinaria intuición en lo que concierne al carácter y capacidad de los individuos. En seguida, después de una referencia a la profundidad y poder del conocimiento oculto de Judge, concluye: El futuro revelará mucho más acerca de él, que ahora se halla oculto, mostrará el verdadero alcance de su trabajo de una vida. Sabemos que para nosotros, dicho trabajo ha resultado ser un regalo inestimable, y por medio de nosotros, se le debe entregar a los demás. H.P.B., W.Q.J. y los Maestros, nos han presentado las líneas y podemos nuevamente asumir como nuestro santo y seña, lo que dijo Judge a la muerte de H.P.B.: “Trabajad, vigilad y esperad.” No tendremos que esperar demasiado tiempo.
Los que leen y estudian atentamente estos escritos del “Path,” pueden sentir que son capaces de discernir, entre líneas, al menos algunas de las cualidades que el señor Crosbie captó en Judge, reconociendo una gratitud similar hacia aquel, al cual H.P.B. una vez llamó: “Mi único amigo.”
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AFORISMOS SOBRE EL KARMA
W. Q. Judge
Entre otros aforismos sobre el karma aún desconocidos, los siguientes me fueron dados por mis maestros, entre ellos H. P. Blavatsky. Algunos por escrito, otros comunicados en otras formas. Me fue entonces declarado que provenían de manuscritos todavía inaccesibles al público en general. Cada uno me fue dado sujeto a mi juicio y razonamiento; y así, después de reflexiva consideración, ellos se sometieron por sí mismos a mi razón sin que mediara en ello autoridad alguna, igualmente confío que encontrarán aprobación entre los compañeros para quienes ahora los Publico.
1. No hay Karma a menos que haya un ser que lo cree o sienta sus efectos.
2. Karma es el ajuste de los efectos que fluyen de causas durante cuyo ajuste el ser sobre quien y por quien éste se efectúa, experimenta placer o dolor.
3. El Karma es la infalible tendencia en el Universo hacia la restauración del equilibrio, y esta tendencia obra incesantemente.
4. El aparente cese de ese proceso de restauración del equilibrio, se debe al necesario ajuste de otro disturbio en otro punto, lugar o foco, el cual solo es visible al Yogui, al Sabio, o al Vidente perfecto: no hay por lo tanto un cese, sino tan solo un ocultamiento a la vista.
5. El Karma opera sobre todas las cosas y todos los seres, desde el átomo infinitesimal hasta Brahma. Actuando en los tres mundos de seres humanos, dioses y seres elementales, ningún punto en el universo manifestado, está fuera de su alcance.
6. El Karma no está sujeto al tiempo, por lo tanto, aquel que conoce la última subdivisión del tiempo en el Universo, conoce el Karma.
7. Para todos los demás seres el Karma es, en su naturaleza esencial, desconocido e inconocible.
8. Pero su acción puede calcularse de la causa al efecto y este cálculo es posible porque el efecto está ya envuelto en la causa y no es posterior a ésta.
9. El Karma de la tierra es la combinación de los pensamientos y acciones de todos los seres de todo grado, que estuvieron envueltos en el Manvantara anterior, o sea la corriente evolucionaria de la cual fluyó la nuestra.
10. Y como esos seres incluyen Señores de Poder y Seres Santos, al igual que débiles y malvados, el término de duración de la tierra es mayor que el de cualquier ser, entidad o raza que jamás pueda habitarla.
11. Como el Karma de la tierra y de todas sus razas comenzó en un pasado demasiado remoto para ser penetrado por la mente humana, toda investigación en cuanto a sus orígenes es tan inútil como improductiva.
12. Las causas kármicas que ya se han puesto en acción deben dejarse a su propio impulso hasta que lleguen a extinguirse. Sin embargo esto no permite a ningún ser humano el rehusar dar ayuda, tanto a sus semejantes como a todo ser viviente.
13. Los efectos pueden contrarrestarse o mitigarse por los pensamientos y acciones, ya sea de uno mismo como de otros, y así los efectos resultantes representan la combinación e interacción de la suma total de causas envueltas en la producción de tales efectos.
14. En la vida de los mundos, razas, naciones e individuos, el Karma no puede actuar a menos que se haya provisto un instrumento apropiado para esa acción.
15. Y hasta que ese instrumento apropiado se encuentre, el Karma relacionado con éste, permanecerá en suspenso.
16. Mientras que un ser esté experimentando acción kármica en un instrumento apropiado, su otro Karma permanece en suspenso sin extinguirse por ningún otro ser o medio, sino que más bien permanece en reserva para su efecto futuro. Mientras tanto, el lapso de tiempo durante el cual esa acción kármica no se siente, ni disminuye su fuerza ni cambia su naturaleza.
17. Lo apropiado de un instrumento para la operación del Karma, consiste en la exacta relación y nexo entre ese Karma y el cuerpo, la mente y la naturaleza intelectual y psíquica que ha adquirido el Ego para su uso durante una vida.
18. El instrumento usado por cualquier Ego en una vida, está apropiado para la acción kármica que opera a través de él.
19. Cambios pueden ocurrir en el instrumento durante el curso de una vida para hacerlo apropiado a un nuevo tipo de Karma lo cual puede ocurrir de dos maneras:
(a) por la intensidad de un pensamiento y el poder de un voto o juramento, o (b) por medio de cambios naturales que resulten en la extinción de causas anteriores.
20. Porque el cuerpo, la mente y el alma tienen cada uno el poder de acción independiente, cualquiera de estos puede, independientemente de los demás, extinguir causas kármicas, ya sean éstas más remotas o más inmediatas respecto al momento inicial de las causas que están ahora en acción por los otros canales o vehículos mencionados.
21. El Karma es tanto misericordioso como justiciero. Misericordia y Justicia son solo los polos opuestos de un todo; y Misericordia sin Justicia es imposible en la acción del Karma. Aquello que los humanos llaman Misericordia y Justicia es algo erróneo, deficiente e impuro.
22. El Karma puede ser de tres clases:
(a) en acción en el presente por medio de instrumentos apropiados;
(b) el que está siendo creado ahora, almacenándose para extinguirse en el futuro;
(c) Karma acumulado en vidas previas y todavía inactivo porque lo impide lo inapropiado del instrumento que está en uso por el Ego o por la intensidad del Karma operante en el presente.
23. El Karma usa en cada ser tres campos de acción:
(a) el cuerpo y las circunstancias;
(b) la mente y el intelecto;
(c) los planos psíquicos y astrales.
24. El Karma acumulado y el Karma presente pueden actuar cada uno o ambos a la vez en los tres campos de operación kármica o en cada uno de estos puede obrar una clase diferente de Karma.
25. El nacer en cualquier tipo de cuerpo, así como cosechar los frutos de cualquier tipo de Karma, se debe a la preponderancia de la línea de tendencia kármica.
26. El impulso y empuje de una tendencia kármica influenciará las encarnaciones ya sea de un Ego o de una familia de Egos por unas tres vidas, a menos que no se adopten medidas de represión, eliminación o contrarresto.
27. Las medidas tomadas por un Ego para reprimir tendencias y eliminar defectos, así como el contrarresto por medio de la creación de otras causas diferentes, alterarán el impulso de una tendencia kármica y abreviarán su influencia en relación directa a la intensidad o debilidad de esfuerzos hechos al implementar las medidas adoptadas.
28. Ningún ser humano, si no es un sabio o un verdadero vidente, puede juzgar el Karma de otro. Por lo tanto, mientras cada uno recibe lo que merece, las apariencias pueden engañar y el nacimiento en la pobreza o el enfrentar una dura prueba, pueden fácilmente no ser castigos resultantes de mal Karma, pues los Egos frecuentemente encarnan en ambientes en los que experimentan dificultades y pruebas que son más bien buscadas para disciplinar al Ego y las cuales darán frutos de fortaleza y compasión.
29. El Karma de una raza, o Karma racial, influencia a cada individuo en esa raza por medio de la ley de Distribución. El Karma nacional actúa en los miembros de una nación por acción de la misma ley más concentrada. El Karma de familia rige solamente en naciones donde las familias han permanecido puras y diferenciadas; ya que en cualquier nación en donde hay mezcla de familias, como sucede en la actual era del Kali yuga, el Karma familiar es generalmente distribuido a nivel nacional. Pero aún en tales casos, algunos grupos familiares permanecen coherentes por largos períodos y en esos casos sus miembros sienten el efecto del Karma familiar. La palabra “familia” puede aquí incluir varios subgrupos familiares.
30. El Karma obra en la producción de cataclismos de la naturaleza por la concatenación de los planos mentales y astrales de los seres. Un cataclismo o catástrofe puede atribuirse a una causa física inmediata como son los fuegos interiores de la tierra, disturbios atmosféricos y otros, pero a su vez éstos han sido provocados por otros disturbios creados por el poder dinámico del pensamiento humano.
31. Los Egos que no tienen ninguna conexión o nexo con un lugar del globo donde un cataclismo ha de suceder, son rechazados y mantenidos fuera del ámbito de su efecto en dos maneras distintas:
(a) por repulsión que actúa sobre las naturalezas interiores de esas personas, o
(b) siendo tales personas llamadas y advertidas por aquellos que vigilan el progreso del mundo.
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Este libro lo pueden encontrar en nuestra biblioteca. _______________________________________
Helena Petrovna Blavatsky, una de las más notables figuras mundiales de fines del siglo XIX, fue demasiado revolucionaria y desafiante ante las ortodoxias que imperaban, ya se tratase de religión, ciencia, filosofía o psicología, como para permanecer ignorada. Fue una iconoclasta que hizo añicos las envolturas que ocultaban lo Real de lo ilusorio: pero la mayoría, aferrada a los convencionalismos e ignorante de la Verdad, la atacó e injurió por su temeridad y coraje al rasgar el velo de aquello que parecía una blasfemia revelar. Lenta pero seguramente los años la han vindicado. A pesar de ser ultrajada, ella se contentó con trabajar “al servicio de la humanidad” y demostró su sabiduría al dejar que las futuras generaciones juzgaran su magnífica obra.
Helena Petrovna Hahn nació prematuramente en la medianoche entre el 30 y 31 de julio (según el calendario ruso el 12 de agosto) de 1831, en Ekaterinoslav, provincia de Ekaterinoslav, al sur de Rusia. Algunos raros incidentes que ocurrieron a la hora de su nacimiento y en oportunidad de su bautismo, hicieron que la servidumbre le presagiara una existencia tormentosa. Helena fue una niña indócil, descendiente de una larga línea de hombres y mujeres poderosos y altivos. La historia de su linaje es la historia de Rusia.
Siglos atrás los nómadas eslavos erraban por las regiones del centro y parte oriental de Europa, y si bien tenían sus formas propias de gobierno, cuando se establecieron en Novgorod comenzaron a producirse entre ellos luchas internas a las cuales no lograban poner fin. Llamaron entonces en su ayuda a Rurik (862), jefe de una de las errantes tribus de “Russ”, hombres del norte o escandinavos, que buscaban extender su radio de influencia. Rurik estableció el primer gobierno civil en Novgorod, que se convirtió en un poderoso centro comercial para oriente y occidente. Él fue el primer soberano y reinó por espacio de quince años. Durante su vida su hijo Igor y su sobrino Oleg consolidaron su poderío en el oeste y en el sud del país; Kiev se convirtió en un gran principado, y el que gobernaba allí era virtualmente el soberano de Rusia.
Al correr de los siglos los descendientes de Rurik se expandieron en son de conquista y dominio a través del país: Vladimiro I (muerto en el año 1015) escogió al Cristianismo como religión de su pueblo y el denominado “paganismo” desapareció. Yaroslao el Sabio (muerto en el 1034) estructuró los Códigos y “Derechos Rusos”. El sexto hijo de Vladimiro II (1113-25) fue Yuri, el codicioso o “dolgorouki”, apelativo éste que se mantuvo como un título de familia. Yuri fundó Moscú y su dinastía dio origen a los poderosos Grandes Duques que gobernaron y, como siempre, lucharon entre sí fieramente. En 1224 las hordas mongólicas aprovecharon esta falta de unión y dominaron a los grupos turbulentos, cada uno de los cuales envidiaba el poder y la posición del otro. Pero Iván III, un Dolgorouki, en el año 1480 rompió el yugo mongol, e Iván IV exigió ser coronado como Zar, arrogándose la autoridad suprema. Con su hijo terminó la larga y brillante dinastía Dolgorouki. No obstante, la familia todavía tuvo influencia en la época de los Romanoff hasta la muerte de la abuela de la señora Blavatsky, la talentosa y erudita Princesa Elena Dolgorouki que contrajo matrimonio con André Mikaelovitch Fadéef, el “mayor” de la línea de los Dolgorouki, de la cual los Zares Romanoff eran considerados una de las ramas más “jóvenes”.
Como se ha visto, la familia de Helena era una de las de primer rango en Rusia, con tradición y dignidad a sostener y conocida a través de toda Europa. Helena fue una rebelde y desde su niñez se burló firmemente de los convencionalismos, aunque ella era lo suficientemente sensitiva como para comprender que sus acciones no debían afectar a su familia ni herir su honor. Su padre, el Capitán Peter Hahn, descendía de los viejos Cruzados de Mecklenburg, los Rottenstern Hans. Debido a que su madre, una ilustrada literata, murió cuando ella tenía once años, pasó Helena su niñez con sus abuelos, los Fadéef, en una vieja e inmensa mansión en Saratov que cobijaba a muchos miembros de la familia y a numerosos criados y asistentes por ser su abuelo Fadéef, gobernador de la provincia de Saratov.
La naturaleza de Helena estaba fuertemente imbuida con una innata capacidad psíquica, tan poderosa que indudablemente constituía su más predominante característica. Ella sostenía y demostraba que tenía habilidad para comunicarse con los moradores de los mundos sutiles e invisibles y con los seres que para nosotros están “muertos”. Esta capacidad natural fue posteriormente disciplinada y desarrollada a través de toda su vida. Su educación sufrió la influencia de la posición social de su familia y de los factores culturales imperantes. Así ella fue una hábil lingüista y una brillante música, adquirió sentido científico y experiencia a través de su erudita abuela y heredó las facultades literarias que caracterizaban a la familia.
En 1848, a la edad de 17 años, Helena contrajo matrimonio con el General Nicephore V. Blavatsky, gobernador de la provincia de Erivan, que era un hombre ya entrado en años. Existen diversas versiones referentes al porqué de este casamiento, pero lo que se hizo evidente desde un primer momento fue que esta unión no agradó a Helena, pues después de tres meses ella abandonó a su marido y huyó a casa de sus familiares, quienes la enviaron a su padre. Mas, temerosa de que se la obligara a regresar con el General Blavatsky, volvió a escaparse, comenzando así sus años de vagabundeo y aventuras. A pesar de ello su padre mantuvo contacto con ella y la ayudó financieramente. Aparentemente ella se mantuvo alejada de Rusia el tiempo necesario como para hacer que la separación de su esposo fuera legal. En 1851 Helena, ahora Madame Blavatsky o H. P. B., encontró por primera vez físicamente a su Maestro, el Hermano Mayor o Adepto, que había sido siempre su protector y la había preservado de daños mayores en sus aventuras juveniles. A partir de ese momento ella se convirtió en su fiel discípula, totalmente obediente a sus indicaciones o directivas. Bajo Su guía aprendió a controlar y dirigir las fuerzas a las cuales se encontraba sometida en razón de su excepcional naturaleza. Esta conducción la llevó a través de experiencias de extraordinaria variedad dentro de los dominios de la magia y del ocultismo. Ella aprendió a recibir mensajes de sus Maestros y a transmitirlos a sus destinatarios, eludiendo valientemente cada peligro y mala interpretación en su camino. Seguir el rastro de sus peregrinajes durante el período de su aprendizaje, es verla a ella trabajando a través de todo el mundo. Parte de este tiempo lo pasó H. P. B. en las regiones del Himalaya, estudiando en monasterios en los cuales se han preservado las enseñanzas de algunos de los más eruditos y espirituales Maestros de los tiempos pasados. Ella estudió la Vida y las Leyes de los mundos internos y las reglas que deben cumplirse para ganar el acceso a los mismos. Como testimonio de esta etapa de su entrenamiento esotérico, nos ha dejado una exquisita versión de axiomas espirituales en su libro The Voice of the Silence (La Voz del Silencio).
En 1873, H. P. Blavatsky fue a los Estados Unidos de América para realizar la obra que le había sido encomendada. Para cualquier espíritu menos valeroso, esto hubiera parecido irrealizable, pero ella, una desconocida mujer rusa, irrumpió en el movimiento Espiritista que entonces conmovía tan profundamente a América y en menor grado a otros países. Las mentes científicas estaban ansiosas de descubrir el significado de los extraños fenómenos y les resultaba difícil encontrar el camino en el enorme conjunto de fraudes y engaños existentes. De dos maneras trató H. P. B. de hallar una explicación a los mismos, o sea: 1) por la demostración práctica de sus propios poderes; y 2) declarando que existía un antiquísimo conocimiento de las más profundas leyes de la vida, estudiado y preservado por aquellos que podían usarlo con seguridad y para realizar el bien, seres que en sus más altos rangos recibían la denominación de “Maestros”, aunque también otros títulos eran usados por Ellos, como ser Adeptos, Chohans, Hermanos Mayores, la Jerarquía Oculta, etcétera.
Para substanciar sus declaraciones, H. P. B. escribió Isis Unveiled (Isis sin Velo), en 1877, y The Secret Doctrine (La Doctrina Secreta), en 1888, obras ambas transmitidas a ella por los Maestros. En Isis Unveiled arrojó valerosamente el peso de la evidencia recogida por ella en las escrituras del mundo y otros registros, en los aspectos relativos a la ortodoxia religiosa, el materialismo científico, las creencias ciegas, el escepticismo y la ignorancia. Ella tropezó con la injuria, pero el pensamiento del mundo fue afectado e iluminado.
Cuando H. P. B. fue “enviada” a los estados Unidos, una de sus tareas más importantes fue la de constituir una Sociedad, la cual fue denominada durante su formación THE THEOSOPHICAL SOCIETY (Sociedad Teosófica) y tenía por objeto “recoger y difundir el conocimiento de las leyes que gobiernan el Universo” 2. La Sociedad invitaba a “la fraternal cooperación de todos los que pudieran comprender la importancia de su campo de acción y tuvieran simpatía por los objetivos para los cuales había sido organizada”.
Esta “cooperación fraternal” llegó a convertirse en el primero de los Tres Propósitos de la labor desarrollada por la Sociedad, los que por muchos años han sido enunciados como sigue: Primero: Formar el núcleo de una Fraternidad Universal de la Humanidad, sin distinción de raza, creencia, sexo, casta o color. Segundo: Fomentar el estudio comparativo de la Religión, la Filosofía y la Ciencia.
Tercero: Investigar las leyes inexplicables de la Naturaleza y los poderes latentes en el hombre.
Se le encomendó a Madame Blavatsky persuadiera al Coronel Henry Steel Olcott para que cooperara con ella en lo concerniente a la formación de la Sociedad. Él era un hombre altamente apreciado y muy conocido en la vida pública de América, y tanto él como H. P. B. sacrificaron todo con el fin de desarrollar la tarea que los Maestros les habían confiado. Ellos fueron a la India en 1879 y allí establecieron los primeros fundamentos firmes de su labor. La Sociedad se expandió rápidamente de país en país, fuertemente apoyada por los hombres y mujeres para quienes habían resultado convincentes su afirmación de servicio a la humanidad, la amplitud de su plataforma, la claridad y lógica de su filosofía y la inspiración de su guía espiritual. H. P. B. fue investida por los Maestros con la responsabilidad de impartir la Doctrina Secreta o Teosofía al mundo - ella fue la suprema instructora; y al Coronel Olcott le fue delegada la tarea de organizar la Sociedad, lo que realizó con notable éxito. Por supuesto estos pioneros hallaron oposición e incomprensión, especialmente H. P. B., pero ella estaba preparada para cualquier sacrificio. Así ella había escrito en el Prefacio de LA DOCTRINA SECRETA: “Estoy acostumbrada a las injurias, me hallo en relación diaria con la calumnia, y ante la maledicencia me sonrío con silencioso desdén”.
El período más efectivo y brillante de la vida de H. P. B. fue posiblemente el que pasó en Inglaterra entre 1887 y 1891. Ya habían pasado en parte los efectos causados por el injusto Informe de la “Society for Psychical Research” del año 1885, acerca de los fenómenos que ella producía, como asimismo los de los ataques de los misioneros cristianos de la India. A su incesante tarea de escribir, editar y atender la correspondencia, se agregaba la tarea de instruir a sus discípulos para capacitarlos en la prosecución de su obra. A este fin ella organizó, con la aprobación oficial del Presidente (el Coronel Olcott), la Sección Esotérica de la Sociedad Teosófica. En el año 1890 más de un millar de miembros de muchos países se encontraban bajo su dirección.
LA DOCTRINA SECRETA se define por sí misma a través de su título, y “no expone la Doctrina Secreta en su totalidad, sino un número seleccionado de fragmentos de sus principios fundamentales”.
1) Ella indica: que puede lograrse una percepción de las verdades universales a través de la comparación de la Cosmogénesis de los antiguos; 2) proporciona una guía para revelar la verdadera historia racial de la humanidad;
3) levanta el velo de la alegoría y del simbolismo para revelar la belleza de la Verdad;
4) presenta al intelecto anhelante, a la intuición y a la percepción espiritual, los “secretos” científicos del Universo para su comprensión. Ellos siguen siendo secretos hasta tanto no sean comprobados. H. P. B. falleció el 8 de mayo de 1891 y dejó a la posteridad el gran legado de algunos de los más elevados pensamientos jamás presentados al mundo. Ella abrió las por tanto tiempo cerradas puertas de los Misterios, reveló una vez más la verdad sobre el Hombre y la Naturaleza y dio testimonio de la presencia sobre la tierra de la Jerarquía Oculta que guarda y guía al mundo. Ella es reverenciada por muchos millares, porque ella fue y es un faro que ilumina la senda a las alturas a las cuales todos deben ascender.
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Extracto de OCULTISMO PRÁCTICO
de H.P.B.
En toda obra, sea la que fuere, hemos de considerar el mandato imperativo del deber, y no su relativa importancia o insignificancia. El mejor remedio para el mal no es reprimir sino eliminar el deseo; y esto puede con mayor eficacia cumplirse manteniendo la mente de continuo fija en las cosas divinas.
El conocimiento del Yo superior queda invalidado cuando la mente se complace en los objetos de los desenfrenados sentidos.
Nuestra naturaleza es tan ruin, soberbia, ambiciosa, concupiscente y entercada en sus juicios y opiniones, que si las tentaciones no la restringiesen se arruinaría por completo.
En consecuencia, nos acomete la tentación a fin de que aprendamos a conocernos y seamos humildes.
La mayor tentación es no tener tentaciones, y así debemos alegrarnos al vernos tentados,
para con resignación, calma y constancia resistir a la tentación.
Considerad que no debéis hacer nada sólo para vos mismo, sino que habéis de cumplir los deberes prescritos por Dios. Anhelad encontrar a Dios y no busquéis lo que Dios os puede dar.
Haced todo cuanto hayáis de hacer; pero no con el propósito de recibir el fruto de la acción. Si cumplís todas vuestras acciones con el pleno convencimiento de que no os han de allegar provecho personal, sino que las hacéis porque es vuestro deber y está en vuestro temperamento el hacerlas, se debilitará gradualmente la personalidad egoísta hasta que, por completo apaciguada, brille en todo su esplendor el verdadero Yo y lo conozcáis.No debéis consentir que la alegría ni la pena os desvíen de vuestro resuelto propósito.
Hasta que el Maestro os acepte, trabajad abnegadamente por el progreso y adelanto de la humanidad. Esto es lo único que proporcionará verdadera satisfacción.
El conocimiento aumenta en razón directa de su uso; esto es, cuanto más enseñamos, más aprendemos. Por lo tanto, busquemos la verdad con la confianza de un niño y la voluntad de un iniciado, comunicando nuestro conocimiento a quien de él carezca, para confortarlo en su peregrinación.
El discípulo debe reconocer plenamente que los derechos individuales son el resultado ponzoñoso de la serpiente del egoísmo............. _______________________________________
Este libro lo pueden encontrar en nuestra biblioteca.
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El Coronel Henry Steel Olcott, Presidente-Fundador de la Sociedad Teosófica desde 1875 a 1907. Nació el 2 de agosto de 1832 en Orange, New Jersey, U.S.A. Alcanzó fama internacional a los 23 años por su trabajo en la granja piloto de Agricultura Científica de Newark. Rechazó una cátedra de Agricultura de la Universidad de Atenas ofrecida por el gobierno griego.
Cofundador de la Westchester Farm School, cerca de Mount Vernon, New York, la primera Escuela Científica americana de Agricultura. Su primer libro "Sorghum and Imphee" se convirtió en un libro de texto y le facilitó 25 ofertas de una misión botánica gubernamental a Caffraria, Sudáfrica, la Dirección del Agricultural Bureau en Washington y la gerencia de dos inmensas propiedades, ofertas que fueron todas
rechazadas. A los 26 años viajó por Europa por cuestiones agrícolas y su informe se publicó en el American Cyclopedia. Se convirtió en el corresponsal americano de Mark Lane Express (Londres), editor de agricultura asociado (1858-60) del New York Tribune y publicó otros dos libros sobre agricultura. Por su servicio público en la reforma agraria se le concedieron dos medallas de honor y una copa de plata.
Como periodista para el New York Tribune en 1859, Olcott estuvo presente en la ejecución en la horca de John Brown, y aunque corrió un considerable peligro, se salvó por el sello del secreto masónico. Ingresó en el Ejército del Norte y luchó en la Campaña del Norte de Carolina, se retiró a Nueva York (1862-5). Fue reclutado como Comisionado Especial del Departamento de Guerra y después del Departamento de
Marina para la investigación de fraudes. Recibió un gran encomio por depurar el Servicio Público y limpiar aquellos departamentos que arriesgaban su continuidad y su reputación. En 1868 fue admitido en el Colegio de Abogados: Practicó hasta 1878, especializándose en aduanas y en casos de seguros y de rentas. Publicó valiosos informes sobre los seguros siendo Secretario y Director de la National Insurance
Convention, un grupo de oficiales del Estado que se encargaban de codificar y simplificar las leyes de los seguros. Un estatuto diseñado por H.S.O. y otro abogado fue aprobado en diez Legislaturas del estado.
Como procurador contó entre sus clientes a New York City, N.Y. Stock Exchange, Mutual Equitable Life y Continental Life Insurance Companies, Gold Exchange Bank, Panama Railways, The United Steel Manufacturers of Sheffield, England. También Secretario Honorario del Citizen's National Commitee, que trabajó con el Gobierno Francés para la primera exposición mundial de las Industrias del Mundo. También
colaboró en un Comité Internacional Italiano para erigir la estatua de Mazzini en Nueva York. Fue nombrado por el Secretario Adjunto que se retiraba del Tesoro y estaba en la lista del Presidente Johnson para ocupar ese cargo, pero se puso de lado del Congreso contra el Presidente y perdió su nombramiento. Miembro del Lotos Club y amigo íntimo de Mark Twain y de otros famosos escritores.
Interesado en el espiritismo desde la edad de 19 años, informó de los fenómenos psíquicos en Eddy Farm en 1874 para el New York Sun y el New York Graphic. Los ejemplares sueltos se vendían por $1 y siete editores se disputaban los derechos del libro. Publicado como Gentes del Otro Mundo, 1875, uno de los primeros libros sobre la investigación psíquica, muy alabado por Sir Alfred Russel Wallace, FRS y Sir William Crookes, FRS. En Eddy Homestead conoció a Helena Petrovna Blavatsky y se dispusieron los dos a defender juntos la realidad de los fenómenos espiritistas mientras intentaban depurar el movimiento espiritista de su tendencia materialista. Ayudó a la preparación de su libro Isis Sin Velo. Fundaron juntos La Sociedad Teosófica en Nueva
York el 17 de noviembre de 1875. Organizó la primera incineración pública en los EE UU en 1876. En 1878 los cofundadores trasladaron la sede central a Bombay, India. Antes de partir, H.S.O. recibió del Presidente de USA una carta autografiada de recomendación para todos los ministros y cónsules de USA y del Departamento de Estado un pasaporte especial diplomático y el encargo de dirigirse al gobierno para hablar de la conveniencia de extender los intereses comerciales de USA en Asia. Celebró la primera exposición Swadeshi en Bombay, 1879.
Como Presidente de la ST, propagó en la India, Ceylan, Japón y otros paises orientales el renacimiento del hinduismo, del budismo, del zoroastrismo, del Islam y de otras creencias. Fomentó un renacimiento del sánscrito. Reunió las sectas de Ceylan en la Sección Budista de la Sociedad Teosófica (1880); las 12 sectas de Japón en un Comité Unico para la promoción del budismo (1889); Burma, Siam, y Ceylan en una Convención de Budistas sureños a través de firmas conjuntas para sus Catorce Proposiciones del Budismo (1891). Con la delegación de los Budistas (1882) en un templo hindú en Tinnevelly, plantó el "Arbol de la Amistad" como primer acto de la fraternización para cientos de años entre budistas e hindúes. Fundó la Biblioteca Adyar (1886) en la cual por primera vez en la historia los maestros religiosos del hinduismo, del zoroastrismo y el islam se unieron para bendecir una causa común.
Gracias a la visión de H.S.O., el principio de las Secciones autónomas con sede central internacional se fue desarrollando. En un año (1882-83) de curaciones mesméricas trató a 6.000 minusválidos, sordos, ciegos, mudos y locos con un éxito extraordinario. Inauguró las Olcott Harijan Free Schools para la educación de los sin casta de la India. En toda la India fundó escuelas hindúes, Boy's Aryan Leagues y bibliotecas y patrocinó y publicó Arya Bala Bodhini para los chicos hindúes. En Ceylan creó escuelas para los niños budistas. Aseguró la libertad para los budistas de Ceylan de la persecución religiosa y el Wesak como fiesta nacional.
Patrocinó un seminario informal en 1891 para la creación de la Sociedad nacional de las Mujeres en la India. Planificó el instituto de la educación tecnológica para al Maharaja de Baroda (1888).
Dio conferencias y viajó por la ST, recorriendo miles de kilómetros cada año por tierra y por mar. Fue miembro honorario de muchos clubs famosos y sociedades cultas. Recibió la bendición oficial del Papa Pio IX; fue bendecido por los Altos Sacerdotes Budistas de Ceylan, Burma, Siam y el Japón, por su trabajo por el budismo (tomó a Pancha Sheela como budista en 1880) y fue adoptado en la casta de los Brahmanes por sus notable servicios al hinduismo.
Publicaciones: Editor del The Theosophist después que H.P. Blavatsky se fue a Europa en 1885; El Catecismo Budista, 44 ediciones (1938), traducido a 20 lenguas, un manual usado internacionalmente; Old Diary Leaves, historia de la ST (en seis volúmenes); y muchos folletos y artículos sobre teosofía, religión, fenómenos psíquicos, etc.
Murió el 17 de Febrero de 1907 en Adyar, nombrando como sucesora a Annie Besant.
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(Extracto del CAPITULO 1 del libro PAGINAS DE UN VIEJO DIARIO 1)
de H. S. OLCOTT
PRIMER ENCUENTRO DE LOS FUNDADORES
Puesto que debo narrar la historia del nacimiento y de los progresos de la Sociedad Teosófica, debo comenzar por el principio y decir cómo se encontraron sus dos fundadores. Fue un incidente muy prosaico. Yo dije: “Permítame, señora”, ofreciéndole lumbre para su cigarrillo. Nuestra relación empezó así por el humo; pero salió de ella un gran fuego que aún no se ha extinguido. Las circunstancias que nos acercaron son bastante curiosas, como voy a demostrado. En parte, han sido ya
publicadas.
Un día del mes de julio de 1874, sentado en mi estudio y reflexionando sobre una causa importante para la cual la Municipalidad de Nueva York me había retenido, me vino de pronto la idea de que desde hacía años yo no me había ocupado del movimiento espiritista. Ignoro qué asociación de ideas me hizo pasar así de la construcción mecánica de los contadores de agua al Espiritismo moderno; sea como fuere, fui hasta la esquina de mi calle a comprar The Banner of Light. En él leí el relato de ciertos fenómenos increíbles; por ejemplo, solidificaciones de fantasmas que decían formábanse en una granja de la ciudad de Chittenden, Estado de Vermont, a
varios centenares de millas de Nueva York. Inmediatamente me dí cuenta de que si era en realidad posible que los asistentes hubiera podido ver y aun tocar a parientes difuntos que hubiesen hallado el medio de reconstituir sus cuerpos y sus ropas de modo tal que llegasen a ser momentáneamente sólidos, visibles, tangibles y con la facultad de hablar, esto constituiría el hecho más importante de la ciencia moderna.
Así, pues, me determiné a ir allá para ver eso yo mismo. Fui y encontré fundado lo dicho; me quedé tres o cuatro días y volví a Nueva York. Escribí para el New-York Sun una memoria de mis observaciones que fue reproducida casi en el mundo entero, por lo graves e interesantes que los hechos parecieron. El editor del New-York Graphic me propuso volver por su cuenta a Chittenden con un artista que tomaría apuntes dibujados a mis órdenes, y examinar a fondo el asunto. El tema me interesaba tan
profundamente, que tomé las necesarias disposiciones para poner en orden mis compromisos profesionales, y el 17 de septiembre me encontré nuevamente en la
“Eddy Homestead”, llamada así a causa de la familia que la poseía y ocupaba. Si la memoria me es fiel, pasé una docena de semanas en esta casa misteriosa, en medio de fantasmas y de las experiencias del más extraordinario carácter. Durante este tiempo, aparecían dos veces por semana en el Daily Graphic mis cartas sobre los espíritus de los Eddy, ilustrados por el artista, señor Kappes, con croquis de espectros vistos por él, por mí y por todas las personas –a veces 40– presentes en la sala de las sesiones.
He descrito en People of the other World todos esos fenómenos y todas las condiciones que inventé y puse en práctica para impedir los fraudes. La publicación de estas cartas fue lo que atrajo a la señora Blavatsky a Chittenden y nos hizo entrar en relación.
Recuerdo esta primera entrevista como si fuese ayer; por otra parte, ya he contado los principales detalles en People of the other World, pág. 293 y siguientes. Era un día de sol, que alegraba hasta aquella vieja casa sombría. Está situada en un país encantador, un valle bordeado de alturas verdes que se unen a las montañas coronadas de bosques hasta su cima. Era la época del estío indio, en que toda la comarca se envuelve en una gasa azulada como lo que ha dado su nombre a los montes “Nilgiri”, y el follaje de las hayas, de los castaños de Indias y de los arces, herido por las primeras heladas, había pasado del verde a un mirífico oro y púrpura que transformaba el paisaje entero en una tapicería principesca. Es preciso ir a América para ver el esplendor otoñal en toda su perfección.
Se comía a mediodía en casa de los Eddy, y fue desde la puerta de su comedor incómodo y desmantelado, que Kappes y yo vimos por vez primera a la señora Blavatsky, llegada poco antes de mediodía con una canadiense francesa, y que ya estaba sentada a la mesa al entrar nosotros. Mis miradas fueron atraídas ante todo por una camisa roja a lo Garibaldi, que llevaba puesta y que resaltaba vivamente sobre los sombríos colores próximos. Usaba ella entonces sus cabellos, cortos que no le llegaban a los hombros, y eran rubios, finos como la seda y rizados hasta la raíz, como el vellón de un cordero de Cotswold. Tales cabellos y la camisa roja llamaron mi atención antes de fijarme en su cara. Era ésta un rostro kalmuko, macizo, que anunciaba fuerza, cultura y autoridad, en tan notable contraste con las caras vulgares que la rodeaban, como el de su camisa roja con los grises y blancos de las paredes, muebles y trajes incoloros de las otras personas. Toda clase de desequilibrados iban y venían continuamente a casa de los Eddy para ver los fenómenos, y yo pensé, al pronto que esa excéntrica era de la misma naturaleza. Me detuve en el umbral para decir a Kappes:
“¡Pero, mire ese ejemplar!” Fui a sentarme bien enfrente de ella para entregarme a mi estudio favorito de los caracteres. Las dos señoras hablaban en francés, sin decir nada de particular, pero pronto distinguí en su acento y en la rapidez de su dicción, que si no era una parisiense, por lo menos, conocía perfectamente el francés.
Terminada la comida, salieron juntas de la casa. La señora Blavatsky lió un cigarrillo y yo le ofrecí fuego para iniciar una relación. Habiendo dicho mi frase en francés, la conversación siguió en este idioma. Me preguntó desde cuándo estaba yo allí y qué
pensaba yo de los fenómenos, manifestándome que había sido atraída a Chittenden por las cartas publicadas por el Daily Graphic, que el público seguía tan apasionadamente que con frecuencia era imposible encontrar un solo ejemplar del diario en las librerías una hora después de su publicación, y que ella había pagado un dólar por el último número. “Dudaba en venir aquí –decía– temiendo encontrar al coronel Olcott”. “¿Por qué ese temor de él, señora?”, le pregunté. “¡Oh! Es que tengo miedo que hable de mí en sus artículos”. Le dije que podía estar completamente tranquila, que estaba bien seguro de que el coronel Olcott no hablaría de ella, si ella no lo deseaba, y me presenté. En seguida fuimos los mejores amigos del mundo; nos parecía pertenecer al mismo medio, cosmopolitas, librepensadores ambos, y en más
estrecha comunión el uno con el otro que con el resto de la compañía, aunque allí había personas muy bien y muy inteligentes. Era la llamada de nuestra común simpatía por el lado superior y oculto del hombre y la Naturaleza; la atracción de las almas y no de los sexos. Jamás, ni ella ni yo, ni entonces ni más tarde, tuvimos la sensación de que el otro era de un sexo diferente; éramos camaradas, nos mirábamos como tales y nos llamábamos así. Gentes malvadas trataron de insinuar de tiempo en
tiempo, que estábamos unidos por un lazo más íntimo, así como acusaron a esa pobre H.P.B., sin atractivos y perseguida, de haber sido la amante de otros varios personajes, pero ningún espíritu sano podía conservar esta opinión, después de haber pasado algunos momentos en su compañía; de tal modo sus miradas, palabras y acciones, demostraban su asexualidad.
Conservo mi opinión a pesar de la pretendida confesión de mala conducta en su juventud, sacada de ciertas cartas suyas a un ruso y publicadas recientemente por este
en su libro Una moderna sacerdotisa de Isis. En resumen, creo fundado mi juicio, y falsas sus pseudo-revelaciones; puras bravatas suyas.
Paseándonos, conversábamos de los fenómenos de los Eddy y de los de otros países; vi que era una gran viajera, que había visto muchas cosas ocultas y adeptos de las ciencias herméticas, pero no hizo entonces ninguna alusión a los sabios del Himalaya ni a sus propios poderes. Hablaba de las tendencias materialistas del espiritismo americano, que no era más que una especie de abuso de fenómenos, acompañado de indiferencia filosófica. Sus modales eran amables y cautivadores, sus críticas sobre los
hombres y las cosa, eran originales y mordaces. Se tomaba un particular interés en hacerme expresar mis ideas sobre las cosas espirituales y demostraba placer al descubrir que indistintamente yo había seguido el mismo orden de ideas ocultas que ella. Hablaba más como espiritista refinada que como mística oriental. Por mi parte, yo entonces no sabía nada o casi nada de la filosofía del Oriente y ella, por lo pronto, guardó silencio sobre ese tema.
Las sesiones de Guillermo Eddy, el principal médium de la familia, tenían lugar cada noche en el gran salón del primer piso, situado encima del comedor y la cocina, en un ala de la casa. Él y su hermano Horacio eran arrendatarios activos; Horacio se ocupaba de los trabajos del exterior, y Guillermo, desde que tantos curiosos les llegaban de todas las regiones de los Estados Unidos, hacía la cocina. Eran pobres, sin instrucción y llenos de prejuicios; a veces poco corteses con sus huéspedes inesperados..............
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Este libro lo pueden encontrar en nuestra biblioteca.
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